lunes, 1 de septiembre de 2014

Amada y su esperanza Cooperativa

Amada, su vida y la esperanza Cooperativa. Jajajaj si no te rías así se llama mi pueblo, aunque no lo creas, “peor es nada”, queda en Olancho. Fueron las primeras palabras de Amada Iveth, al contarme de su vida. Ya tengo 29 años y tres hermosos hijos. Luego en mi niñez, nos vinimos a Santa Cruz de Marcovia, aquí en el sur de mi Honduras querida. Aquí está lleno de exportadoras de melón y cañas de azúcar, mi infancia fue muy dura, éramos cuatro hermanos , en la casa solo trabajaba mi padrastro y a la escuela por lo mucho me iba con una taza de café y un pan y claro no teníamos una vivienda propia, me toco vivir en cada rincón de la aldea pues alquilábamos o posábamos donde algún familiar por temporadas, hasta que llego el Huracán Mitch y la casa que alquilábamos se cayó todita, una ONG nos construyo una casa y fue así a la edad de 15 años nos hicimos de esa casita. Para estudiar la secundaria recuerdo que en casa de mi tía había un palo de mango y yo bajaba estos y los preparaba para venderlos a mis compañeros y así ayudarme un poco, A mis 17 años ya me pagaba mis estudios pues trabajaba en una exportadora de melón en las temporadas de producción, luego me acompañe a los 20 años y continúe trabajando en esta empresa donde terminaron despidiéndome por salir embarazada. Al fin llegué a la Cooperativa. Yo trabajaba y mi mamá escuchó de una reunión del COHVISOL en la alcaldía Municipal y asistió y ahí les explicaron en que se construirían viviendas con financiamiento del gobierno para familias que no poseían casa y mi mama emocionada me anotó en el grupo, ya hace 6 años. Es lo mejor que me ha pasado soy una mujer joven y me siento dichosa que a mi edad ya tendré ese techo digno para mis hijos ya que yo en mi niñez no lo tuve, con mi esposo nos organizamos. El trabaja para sostener los gastos del hogar y yo aporto la mano de obra no calificada en mi cooperativa y mi mamá me cuida los niños mientras yo trabajo en la obra. Con mi esposo y mis hijos disfrutamos soñando con el momento en que nuestras viviendas sean terminadas de construir, pues nos vemos ahí juntos, gozando de ese derecho que nos corresponde ya que todo este esfuerzo que hemos realizado en comunidad ya dio frutos. Así me relató parte de su vida esta joven mujer Hondureña, que como tantas lucha por la vivienda digna. Quedó atrás ya “peor es nada”, quedó atrás la melonera que la despidió por estar embarazada, ahora la esperanza de Amada está en su Cooperativa de vivienda, que construye junto a 70 familias más. Gustavo 1/9/14.

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