NO A LA EXPULSIÓN DE LOS POBRES DE LOS CENTROS HISTORICOS DE NUESTRAS CIUDADES.
Los centros históricos de la gran mayoría de las ciudades de nuestro Continente se han convertido en los últimos veinte años en un apetitoso manjar de la industria turística, fundamentalmente por su alto valor arquitectónico , donde se reciclan los edificios añejos transformándolos en hoteles, locales musicales , comercios de distintos rubros de atención al turista.
El problema que se han encontrado para su plan de desarrollo fueron, los pobres que habitan desde hace años en los mismos. La solución que han encontrado junto a la industria de la construcción privada fue desalojos masivos, expulsando a los pobres de los centros históricos. Sin dudas que en la mayoría de los casos lo han realizado con el concurso de los gobiernos facilitando este denominado “desarrollo”.
La gente resiste los desalojos, en la mayoría de las ciudades, pero ello que es fundamental, no alcanza cuando se trata de dar la pelea sola contra los poderosos de la industria y con el apoyo de los gobiernos.
Sin embargo se han dado otras experiencias sumamente exitosas como las desarrolladas en la La Habana, Montevideo, San Salvador, donde en el caso de estos dos últimos la gente agrupada en Cooperativas de vivienda no solamente ha resistido, sino que además han construido sus viviendas.
Colocar el componente habitacional en las transformaciones que se están operando en los centros históricos es una batalla política por el centro de la ciudad fundamental.
Las Cooperativas de vivienda se han convertido no solamente en una herramienta importante que permite agrupar a la gente y defenderse de la expulsión, sino que además demostró la eficiencia constructiva al respecto.
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