martes, 7 de abril de 2015

Uruguay: El cerro de Montevideo y su heroica COVICENOVA

Extractado del libro "Los sin tierra urbanos" González y Nahoum. Hurgando en la historia de las cooperativas de vivienda y habiendo intentado ya documentar algo de lo realizado por el Movimiento Cooperativo Uruguayo, siempre llegaba a un episodio que me costaba no solamente conocer a fondo sino también entender los porqué del mismo: me refiero concretamente a la ocupación del conjunto de viviendas Cerro Norte 3, realizada el 25 de febrero de 1973 por 109 familias. La dificultad estribaba en dos cuestiones fundamentales: por un lado no haber vivido directamente aquellos hechos y la otra, no menor, la falta de documentación y lo difícil que se me hizo durante años poder encontrar elementos que me ayudaran en el análisis y comprensión de esos hechos. Al haber conocido en 1982 a COVICENOVA, cooperativa que es la continuación histórica y el resultado de la lucha emprendida en 1973, pude, finalmente, entrar en contacto con protagonistas de la ocupación. Pero siempre que escuchaba a doña Zulma Cardozo, socia fundadora de la cooperativa y también partícipe de la ocupación del 73, si bien iba conociendo detalles, cuando le insistía si existía documentación al respecto, ella me decía que la conservaba, pero que tenía que buscarla entre sus cosas, y por una razón u otra la oportunidad no llegaba. La intención de hacer este libro me llevó a seguir insistiendo y aunque no pude contactarme con doña Zulma, sí hablé con el actual presidente de COVICENOVA, el compañero Sergio Iglesias, “El Sueco”, al cual mucho agradezco, al igual que al conjunto del Consejo Directivo de la cooperativa, el haberme facilitado la documentación, basada fundamentalmente en periódicos de la época que tienen un valor histórico inconmensurable. Y al razonar sobre todo el material leído pude aclarar algunas ideas que rondaban mi cabeza acerca del porqué del ocultamiento de esta importantísima lucha, por parte de la llamada historia oficial. Espero ahora poder contribuir a desempolvar los pormenores de una instancia que creo deja muy ricas enseñanzas y fortalecer la idea que la historia se repite incansablemente, pero como la escriben los que “triunfaron”, en general se tergiversa, estando la llamada historia oficial llena de este tipo de artimañas. La ocupación se produjo el 25 de febrero de 1973. Nuestro país se encontraba ante una brutal polarización de la lucha de clases y ya estábamos en los albores del golpe de estado perpetrado por el propio presidente Juan María Bordaberry y las Fuerzas Armadas, en julio de ese mismo año. Por lo tanto el lector debe reparar que fue en uno de los peores periodos de represión vividos en nuestro país que esas 109 familias se lanzan a la lucha, encontrando por cierto la brutal respuesta del régimen. Será precisamente el 25 de febrero que se ocuparán las viviendas de un conjunto que aún no estaba terminado, construido por INVE (Instituto Nacional de Viviendas Económicas), complejo habitacional que estaba ubicado en la zona de Cerro Norte, más concretamente sobre la calle Haití. Las familias ocupantes vieron la posibilidad que lo que estaba construido en su barrio, pudiera resolverle, entre otros, el problema de la vivienda y sin más ocuparon. Su consigna central era “Libertad, Trabajo y Vivienda”, y la organización que se dieron dentro de la ocupación fue la creación del llamado “Coordinador”, una estructura sumamente horizontal, sencilla y práctica para la tarea a realizar. Se ocuparon las viviendas por las distintas familias y cada block de viviendas eligió a sus Coordinadores, quienes eran los organizadores de las tareas votadas en la Asamblea de ocupantes. En varios reportajes aparecidos en los diarios de la época los ocupantes declaran la importancia de la Asamblea y se leen otras declaraciones tales como “acá no hay patrones y mandamos todos”. La consigna, la forma organizativa y la insistencia en las declaraciones contra las estructuras rígidas y el verticalismo, me hacen pensar que los libertarios de la época tuvieron que ver en la ocupación. La represión a ésta no se hizo esperar: el Poder Ejecutivo de la época, del cual era Ministro del Interior, el Coronel Néstor Bolentini, ordenó un operativo poniendo a la cabeza del mismo al Coronel Alberto Ballestrino, para cercar la ocupación con más de doscientos efectivos policiales. Ello generó la repulsa de todo el barrio del Cerro, pero de todas formas quedó cercada la ocupación con un cordón que inhabilitaba a los ocupantes para poder salir o entrar libremente a las viviendas. Sin embargo, inmediatamente se generaron comités solidarios con los ocupantes a efectos de poder mantener la denuncia en la calle. Durante todo el mes de marzo existieron distintas negociaciones del gobierno con los ocupantes, pero increíblemente el Poder Ejecutivo lo que les ofrecía era el traslado a una escuela agrícola al sur del Río Negro, es decir en el interior de la República y a trescientos quilómetros de su barrio. Obviamente, esta propuesta no fue aceptada por los ocupantes. Comenzaron entonces a hacerse negociaciones en el Parlamento a los efectos de frenar la inminente desocupación: hubieron denuncias por parte de los diputados Jaime Pérez y Enrique Rodríguez, del Partido Comunista, al igual que de Carlos Baráibar y Alejandro Zorrilla, éste último del Partido Nacional. Pero cuando una Comisión Parlamentaria aprobó una resolución procurando una salida, el gobierno de Bordaberry vetó toda propuesta de solución. Los diarios de la época informaban de la crítica situación en la que vivían los ocupantes y se hacían informes desde el Ministerio de Salud Pública sobre el delicado estado de salud de muchos de los niños y adultos integrantes de la ocupación. Esto terminó con lamentables sucesos, como la muerte de dos niños: concretamente, el 26 de marzo falleció la niña Sandra Aguilar, de apenas seis meses, y unos días después corrió la misma suerte el niño Gustavo, de tres meses, por deshidratación. Falleció también uno de los líderes de la ocupación, Edgardo Javier Robas, pero absolutamente nada de esto sensibilizó a las autoridades de la época. La solidaridad rodeaba en forma permanente la ocupación; obran en la documentación de la época declaraciones de apoyo de distintas organizaciones de la izquierda: la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE), las Agrupaciones Rojas, el Sindicato de FUNSA, la Convención Nacional de Trabajadores, la agrupación 1955 de la Asociación de Empleados Bancarios (AEBU), el Sindicato de Panaderos, entre otros. Y se realizó un acto central de apoyo a la ocupación, con cantores y murgas populares, en la llamada Curva de Grecia, en el Cerro, donde participaron, por ejemplo, el payador Carlos Molina, el cantor Tabaré Echeverry y las murgas “La Soberana”, “La Cumbre”… La resistencia de los ocupantes se mantenía, a pesar de las condiciones en las que se desarrollaba, y así se logró, con la solidaridad de estudiantes de magisterio, tener una escuelita dentro de la propia ocupación. Y también se discutían distintos temas a diario en las viviendas cercadas, que realmente llaman la atención y hablan del crecimiento ideológico: por ejemplo un artículo aparecido en el mensuario “Política Obrera”, del Frente Obrero Revolucionario (FOR), daba cuenta de la importancia de comenzar a discutir temas tales como la Reforma Urbana. El 10 de abril de 1973 fueron desalojadas todas las familias ocupantes, a partir de un impresionante despliegue represivo; los desalojados encontraron la solidaridad del cura Luis Mayón, de la vecina capilla de San Rafael, a la cual se trasladaron, aunque varios de ellos igualmente fueron detenidos en el operativo represivo. Fue el 15 de mayo de 1973 que los ocupantes decidieron formarse como Cooperativa de Vivienda, la que fue de allí en más COVICENOVA (Cooperativa de Vivienda Cerro Norte Vanguardia). Sin embargo pasarían años hasta que el 28 de enero de 1981 se les otorgue el préstamo para construir sus casas, lo que sin duda fue la principal razón para que de los ocupantes originales quedaran muy pocos a esa altura de los acontecimientos. Y fue el 22 de octubre de 1983 que terminaron de construir sus viviendas, que se encuentran en el predio actual sobre el Camino Cibils, en su barrio del Cerro. La batalla dada por las y los compañeros ocupantes de aquella época, de aquellos duros años, demostró la validez de su lucha, aunque pocos hayan llegado a ver el fruto de su esfuerzo. Pero sin duda a ellos y ellas debemos mucho.

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