Este artículo pretende explicar la necesaria comprensión de los técnicos de los equipos multidisciplinarios acerca de los roles, que deben de tener en el rpopio proceso, teniendo como actor fundamental a la gente, a los propios involucrados.Lo realicé en el 2006 en el marco de las cpacitaciones a los compañeros de FUNDASAL ( El Salvador).
· Acerca de la participación autogestionaria.
Precisar con claridad lo que es la participación de la gente hace a comprender la profundidad de la autogestión. No se trata de un ejercicio democrático, se trata de poner en práctica la democracia directa. Es decir, lograr el verdadero empoderamiento de la gente del total del proyecto, en sus aspectos económicos, sociales y políticos. Tener absoluto conocimiento sobre los aspectos económicos hace indefectiblemente a tener el control político del proyecto.
La cooperativa, no sólo debe saber sino que debe ser absolutamente conciente de todo el proceso. En gran medida, quien maneja la información económica ostenta gran parte del poder. Si esto no se colectiviza en la cooperativa, el proceso autogestionario se aborta. Los equipos técnicos asesoran, no dirigen. El entender esto, es la clave en el proceso autogestionario, teniendo claro que es un proceso complejo donde aparecen a diario contradicciones que generan avances y retrocesos.
La gestión política debe hacerla la gente. Quienes asesoramos, debemos nutrir a los cooperativistas de los elementos técnicos imprescindibles que les proporcionen la seguridad necesaria para abordar correctamente la gestión. Para cumplir eficientemente nuestro rol, debemos entender que los cooperativistas están en un proceso de aprendizaje que nunca antes habían transitado. Por lo tanto, muchas veces, lo que para nosotros es muy sencillo, para los cooperativistas puede ser muy complejo. De allí que debemos dotarnos de una paciencia pedagógica importante. Siempre es saludable ubicarse en el otro para de mejor forma entender la dificultad que se presenta.
El desarrollo intelectual tiene que ver con un ejercicio permanente de años. Ello es imprescindible para resolver los problemas de la mejor forma y en el menor tiempo. Pero esto que parece tan natural y claro, no lo es para quien en la vida no tuvo la posibilidad de desarrollarse intelectualmente. Debemos tener muy en cuenta, que le estamos pidiendo a la gente un salto en calidad muy grande. No olvidemos que apelar al sentido común siempre tiene una fuerte dosis educativa. La vida de Olivia, (campesina salvadoreña), antes de ser cooperativista era lavar, planchar, cocinar, cuidar los niños, las gallinas, colaborar en el cultivo y atender a su esposo. Ahora Olivia, además de seguir haciendo lo mismo debe paticipar y organizar una empresa autogestionaria. Elevar su mira más allá de su familia, tomar conocimiento de distintas áreas específicas jurídicas, financieras, contables, organizativas, etc. Esto implica un esfuerzo que debe ser cuidadosamente atendido por nosotros. Si estamos convencidos de que es posible otro mundo mejor, debemos tener claridad que llegar a él no es fácil. El ejemplo de Olivia tiene otros nombres en otras cooperativas. Se puede llamar Juan en “La Palma”, Gloria en el “Centro Histórico” o Iris en la “13 de enero”.
Para que ellos se apoderen del proyecto nuestra práctica debe redoblar el compromiso, donde la humildad debe ser la línea maestra de nuestro accionar cotidiano. Muchas veces, nuestras urgencias institucionales no nos permiten ver con claridad este proceso y ello nos puede hacer cometer errores. El equilibrio que no es fácil lograr, debe alcanzarse y para ello, son indispensables los momentos de reflexión colectiva en el equipo.
Una cosa es el voluntarismo, y otra distinta es la voluntad política. Tener siempre presente las líneas estratégicas del proyecto es gran parte del éxito. Revisar nuestro accionar para poder detectar a tiempo posibles desviaciones es siempre sano.
Gustavo González
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