miércoles, 3 de agosto de 2011

Reportaje Semanario Brecha ( Uruguay) acerca del libro Los Sin Tierra Urbanos

Sin tierra urbanos
Construir vivienda o hacer ciudad


La ciudad no es tropel de viviendas. Aunque todos los seres humanos necesitamos un techo, al ciudad se construye en colectivo y de modo cooperativo. La experiencia uruguaya de construcción de viviendas por ayuda mutua es referencia mundial, entre otras cosas porque va mucho más lejos que el techo.

Raúl Zibechi

“LA CUESTIÓN DE la vivienda no se puede resolver en un período de gobierno, tiene que ser un plan nacional y a largo plazo”, razona Gustavo González. “Pero antes de inventar hay que evaluar los errores que se cometieron y lo mucho positivo que se hizo en el pasado”. González fue dos veces presidente de FUCVAM y en tres ocasiones secretario general de la organización de cooperativas por ayuda mutua, hasta 2004, cuando se trasladó hasta Centroamérica como coordinador del programa regional de vivienda del Centro Cooperativo Sueco. Hace una semana presentó en el paraninfo de la UDELAR, junto a Benjamín Nahoum, un libro de título significativo: “Los sin tierra urbanos. Causas, propuestas y luchas populares”*.

El ex dirigente del movimiento cooperativo confesó a BRECHA cierto malestar con la actual administración: “Es cierto que el modelo cooperativo de vivienda no puede ser el único pero es una alternativa, y uno pensaba que iba estar entre las prioridades. Pero ahora las cooperativas en formación tienen que sortear para ver cuándo les sale el préstamo. Eso va a generar un cuello de botella porque a la tercera vez que se sortea el Estado está obligado a dártelo y con el escaso presupuesto existente va a generar un cuello de botella”.

JUNTOS PERO NO REVUELTOS. Aunque aprueba el Plan Juntos, cree que falta mucha información y, sobre todo, un plan nacional de vivienda. “El primer paso es resolver el problema del suelo urbano porque la ciudad está segregada. Avenida Italia es una frontera entre dos ciudades. Tenemos una experiencia muy rica en Uruguay que es la primera cartera de tierras de la dirección nacional de vivienda de los años 70 que fue esquilmada por la dictadura. Luego la cartera de tierras de la intendencia de Montevideo en los 90. Sin cartera de tierras no se puede hacer un plan de vivienda”.

La segunda cuestión es el presupuesto. Los trabajos de Nahoum y González aseguran que el presupuesto actual es menor que el de la administración de Tabaré Vázquez si se toma en cuenta la capacidad de construcción por metro cuadrado. En ese sentido asegura que las 50 mil viviendas que se mencionaron a comienzos del actual gobierno no se podrán construir.

La tercera crítica radica en el papel que se otorga a la iniciativa privada para construir viviendas de interés social. “Se apuesta a la promoción privada con un proyecto de ley que le da exoneraciones de hasta el 40% a la industria de la construcción, supuestamente viviendas de interés social, y además le piden garantías al Estado al punto que se hace cargo de los eventuales deudores. Se sigue encarando la vivienda como una mercancía cuando se trata de un derecho”.

Por último, se trata de reconstruir el fondo nacional de vivienda, que colapsó bajo el último gobierno colorado. “Fue un robo y la marcha a Punta del Este se hizo precisamente para denunciarlo”, recuerda González. La lógica de recuperar el fondo es inapelable: la política de vivienda debe ser cuestión de Estado y no depender de la voluntad, o el capricho, de las sucesivas administraciones o de las limitaciones presupuestales. Más allá de cómo fue gestionado, nadie duda que el fondo de viviendas permitió resolver muchos problemas.

EL PAPEL DEL COOPERATIVISMO. En la medida en que no seha reconstruido el fondo nacional de viviendas, el ministerio debe manejarse con partidas presupuestales que deben renovarse dependiendo de la relación de fuerzas políticas y de la voluntad de los equipos responsables.

Los miembros de FUCVAM nunca apostaron a la solución llave en mano, ya sea por la iniciativa privada o por la propuesta más reciente de “vivienda sindical”. La lógica es bien distinta: se trata de construir hábitat, no sólo viviendas, o sea entramado urbano alternativo que pasa por hacer tejido social, cooperativa o comunidad, capaz no sólo de edificar sino de hacer sociedad. Por eso sostienen que no hay que seguir hablando de vivienda sino de hábitat, que es una construcción de la gente, os ea vínculos sociales. .

En las más de 300 cooperativas actualmente ocupadas funcionan consejos directivos, comisiones de bibliotecas, de deportes y cultura, en als que participan varios miles de personas “que lo hacen voluntariamente, nadie recibe sueldo, porque cada cooperativa es una porción de ciudad alternativa real”, asegura González. Con la misma lógica que rechaza la “llave en mano”, no acepta que Una Techo para Mi País sea una solución adecuada, ya que se trata de viviendas de baja calidad y, más allá de la buena voluntad de los cooperantes, “se está haciendo marketing con la pobreza, y se ha disparado una chabacanería por la cual a todo el que critica se le pregunta si pasa hambre”.

No son pocos los militantes del cooperativismo por ayuda mutua que sienten que las actuales iniciativas del oficialismo pretenden dejar de lado una experiencia de más de cuarenta años. “El cooperativismo de vivienda es una creación de los trabajadores y de los intelectuales orgánicos uruguayos que supieron interpretar la gauchada, una actditud natural de los trabajadores cuando un compañero hacía la planchada. La sistematización de la gauchada es el cooperativismo de vivienda. Todavía estamos a tiempo de corregir pero hay que tener más humildad”.

Sin embargo, el desafío de integrar a trabajadores no formales sin experiencia sindical no parece sencillo, ya que para poder formar parte de una cooperativa de vivienda se requieren hábitos de organización de los que carecen los uruguayos más pobres. En la década de 1990, cuando el gobierno de Luis Alberto Lacalle puso en marcha los núcleos básicos evolutivos de 32 metros cuadraros para mostrar que no hacían falta las cooperativas porque según los organismos financieros internacionales construyen demasiado caro, FUCVAM reaccionó creando cooperativas de recicladotes de basura, de cuidacoches y otros trabajadores informales. En total, 18 cooperativas “diferntes” que buscaban adaptarse a los cambios en el mundo del trabajo. “Con el mismo dinero que gastaban en los núcleos básicos nosotros levantamos viviendas de 56 y 72 metros cuadrados como en Piedras Blancas, en Felipe Cardoso y Camino Carrasco y tantas otras, por eso antes que inventar hay que transitar sobre la experiencia adquirida”.


Recuadro
Cooperativas de vivienda
For export

LA BRASILEÑA RAQUEL Rolnik, Relatora Especial de Naciones Unidas para la Vivienda Adecuada, escribe en el prefacio de “Los sin tierra urbanos” que “el cooperativismo uruguayo es una referencia internacional, no solamente en términos de la calidad de las viviendas de interés social producidas, sino también de la calidad de su proceso de producción”.

Entre las ventajas del cooperativismo de vivienda, Rolnik destaca “la autogestión, expresión máxima de la participación de gente como sujeto, no como objeto, de la política pública”. La relatora de Naciones Unidas apunta que en estos momentos resulta decisivo comprender que la hegemonía de los intereses de las empresas constructoras y del capital financiero no sólo no resolvieron el problema de vivienda, ni siquiera en el primer mundo, sino que están en el ojo de la crítica pública por la crisis que han generado.

En la misma dirección que los autores, asegura que la vivienda es un derecho humano y por lo tanto debe ser una política social permanente, y añade que “el problema fundamental de la vivienda no es de construcción de casas sino de producción de un hábitat incluyente y digno para todos”. En El Salvador existe una federación de cooperativas de vivienda inspirada en los principios de FUCVAM, en Nicaragua hay 62 cooperativas en formación, cinco habitadas y 11 en construcción y en Honduras se ha creado una organización con la misma orientación.

Según González las cooperativas centroamericanas “han llevado la propiedad colectiva mucho más a fondo que nosotros porque se inspiran en otras tradiciones y el campesinado tiene una presencia muy fuerte”. En Paraguay y en Bolivia hay experiencias impulsadas también por Fucvam y en pocos años puede nacer una federación latinoamericana de cooperativas de vivienda.

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