Para la resolución del problema de la vivienda debemos de ver que todo el periodo neoliberal, que aún no terminó dejó desvastado lo poco o mucho que había en los países de América Latina, con respecto a esfuerzos positivos de resolución.
Y digo que no terminó porque aún con los cambios políticos ocurridos con gobiernos de carácter progresista o por lo menos un poco más a la izquierda, poco se observa de cambios en lo que a políticas públicas de vivienda se refiere.
Los organismos multilaterales que son responsables de haber indicado a los gobiernos sus políticas, estableciendo que el mercado todo lo podía han visto desplomarse su política aunque aún insisten.
El debate está planteado desde el arranque y es conceptual, o se concibe a la vivienda como derecho o se la concibe como mercancía.
Los que consideramos que es un derecho humano fundamental, debemos de exigir tanto un cambio en las políticas públicas, como exigiendo a los gobiernos que el Estado debe resolver el problema de los sectores populares, afectando en el presupuesto nacional un rubro importante para la vivienda. Sin ello es imposible querer resolver por lo menos seriamente el tema de la vivienda.
También la historia es rica en mostrar claras enseñanzas, no es con altruismo exacerbado que esto se resuelve, un problema estructural como lo es el de la vivienda no se arregla con limosna ni buena voluntad .Ya en la historia de la humanidad han existido cientos, miles de organizaciones que con muy buena voluntad y con alta solidaridad han querido resolver el problema y no lo han logrado, sino más bien sin quererlo muchas veces solo sirvieron para ocultar el verdadero problema.
Por lo tanto se trata de involucrar al Estado en el tema con financiación desde sus presupuestos y rescatando las experiencias que ya han realizado las organizaciones del campo popular con éxito real y no solo intentando regularizar la pobreza.
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